Razonemos nuestros actos o la lógica de la moral

No sé cuándo tendré tiempo para profundizar en el tema pero cómo me imaginaba hay varios intentos de basar la moral en la teoría de juegos o, dicho de otro modo, las leyes de la moral son compromisos sociales que optimizan el resultado para todos. Las primeras pinceladas se pueden leer aquí (inglés). Un breve resumen traducido del encabezamiento:
La primera que llamaremos funcionalista: la teoría de juegos se utiliza para identificar la función de la moral. Se utiliza para describir el problema que se produciría en ausencia de la ley moral, y infiriéndose las mejoras que implicaría el uso de la moral que se derivan de esta descripción. El segundo enfoque, el contractualismo, utiliza la teoría de juegos (especialmente la teoría de la negociación)para la formalización de la teoría del contrato social. Esta antigua tradición entiende que las instituciones políticas o normas se justifica en la medida en que los agentes racionales las aceptaron bajo ciertas condiciones. La teoría de negociación se ha utilizado para establecer, en primer lugar, que habrá acuerdo en las condiciones y, en segundo lugar, para predecir el resultado de este proceso de negociación. En tercer lugar y finalmente, la teoría de juegos, especialmente la teoría de juegos evolutivos, se utiliza para "recuperar" muchas normas morales tradicionales o prácticas.


¿A qué viene ésto? Pues a que la situación española tiene una interpretación en teoría de juegos clarísima. Aquí todos jugamos a "yo me salvo y los demás que arreen" o lo que viene a ser lo mismo en el dilema del prisionero, a ser el desertor/delator. Y así nos corre el pelo que nos corre. Podríamos ponernos a pensar por qué somos así (teorizo que el clima es un importante factor de individualismo), pero lo más importante es darse cuenta de que los que tienen el poder actúan de la misma manera y ellos tienen todas las de ganar (España, detrás de Portugal es el país EU15 con mayor desigualdades sociales). Nuestra única solución es cooperar y arrimar el hombro sin dar pié a la desconfianza y al abuso. ¿Queda claro?