Para hacer realidad cada una de mis peticiones, la fuente de los tres deseos me reclamó un objeto:
La primera vez, le pedí aprender a disfrutar de la vida y tuve que entregarle mi teléfono móvil. Entonces, de sus aguas salió una tortuga a la que me dijo que imitara.
Para mi segundo deseo, le pedí no sentirme nunca desorientado. Esta vez le entregué una linterna y, señalándome a una oveja, me espetó que, de ahora en adelante ella sería mi faro.
Mi tercer y último deseo fue convertirme en un gran sabio. En ese momento, me pidió un libro y con voz líquida me dijo "Escucha con detenimiento al árbol".
Pocas cosas dan tanto juego como un dado. Mola mister
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