Ayer jueves tuvo lugar el evento "Salvemos la Ciencia" que organizaba la web de noticias de ciencia
Materia. El objetivo, aparte de celebrar el año de vida de dicha web (
financiación mediante, les deseo muchos más), era presentar propuestas que ayuden a resolver la desastrosa situación en la que la ciencia española se encuentra en estos momentos. Al problema de la falta de cultura científica que nuestra sociedad arrastra desde tiempos inmemoriales, tenemos que añadir el constante desgaste que está sufriendo toda actividad investigadora por parte del gobierno: c
ontinuos recortes, falta de previsión y de planificación para una ciencia ya de por sí maltrecha que nunca fue madura (aunque muchos digan lo contrario) y a la que le aquejan males como la desorganización, la endogamia o el instinto de supervivencia a toda costa.
La situación es crítica y los tertulianos, cómo la inmensa mayoría de los investigadores españoles, se limitaron a constatar que la
ciencia es un pilar clave de cualquier sociedad moderna. Sin duda, merece la pena recordar las implicaciones que tiene la ciencia en nuestro día a día, desde nuestra calidad de vida hasta nuestra democracia, y es imprescindible que todo ciudadano sea consciente de ello. Divulgar el conocimiento científico y el pensamiento crítico son las soluciones más sólidas a medio y largo plazo pues una vez interiorizada la importancia de la ciencia, serán los propios ciudadanos los que exijan a sus gobernantes un apoyo incondicional a su desarrollo. Pero el problema es gravísimo hoy y si no tomamos medidas ahora posiblemente nunca tendremos fuerza suficiente para poner en marcha la medidas anteriormente citadas. A nuestros políticos no hay que recordarles lo importante que es la ciencia. Les concedo cierto grado de maquiavelismo para ser conscientes del poder que de ella se puede conseguir. Sin embargo a día de hoy
les importa un bledo. Incluso pueden tener intereses/presiones que les anime a destruir el poco andamiaje con el que contaba la estructura de ciencia española (varios de los ponentes así lo sugirieron y estoy de acuerdo con ellos).
Ante esta situación
hay que actuar ya y tienen que ser los propios investigadores y la gente que vive de la ciencia los que rompan la baraja. A una sociedad que no está siendo capaz ni de defender sus derechos más básicos como son la educación y la sanidad, no les podemos pedir que reclamen más ciencia. Debemos ser nosotros, los científicos, los que creemos que el pensamiento crítico es el camino para una sociedad mejor y más justa, los que debemos movilizarnos. En un sistema científico tan maltrecho como el nuestro, tenemos poco que perder y mucho que ganar, y sin otras armas que echar un órdago a la mayor (a estas alturas a nadie sorprende saber que la ciencia española no dispone de ningún mecanismo de presión o de negociación) deberíamos echarnos a la calle y
declararnos en huelga indefinida hasta que nuestros gobernantes se decidan a cambiar la antipolítica de ciencia que están llevando a cabo.
Llevamos ya varios años bajo esta crisis y me sorprende no haber oído a ningún rector de universidad ni a ningún centro de investigación apostar por una huelga feroz. ¿Acaso no han dado resultado en el pasado a otros gremios?. ¿Acaso no es la única forma real de presión que puede realizar un científico en su laboratorio?. ¿Nos queda otra opción/salida?.
No fue hace más que un par de días que leí uno de los poquísimos y muy necesarios manuales para
"Cambiar el mundo de manera efectiva" y coincido con el autor en que
"Debemos tomar las acciones que les molesten a ellos no las que nos gusten a nosotros". Una huelga indefinida, con manifestaciones en la calle, con cartas a los periódicos y revistas internacionales, con visibilidad en internet y en la televisión, que se ajusta a esa premisa. Tales acciones
pondrían al gobierno en una situación embarazosa, difícilmente justificable frente a otros países de su entorno. Ningún país que se considere merecedor de estar en la primera liga, de pertenecer al G8 o al G15, de tener credibilidad económica y moral internacional y de jactarse de ser moderno y con un plan de futuro, puede permitirse tener a todos sus investigadores de brazos caídos, protestando y dando una imagen opuesta a la que quieren transmitir.
Sinceramente creo que
es una medida de presión que ha de dar resultado, que permite a la ciencia española ponerse en condiciones de negociar con el gobierno. En ese momento, los científicos deben estar unidos (sigo lamentándome de la falta de asociación de investigadores a nivel personal y no grupal como las que ya hay ahora) y tener preparado un
pliego de exigencias, de máximos y mínimos, para proponer al gobierno. La reivindicaciones de dicho pliego han de centrarse sobre todo en soluciones inmediatas que frenen la sangría pero además de un compromiso inquebrantable que asegure una mejora a largo plazo del sistema científico español.
Esta es la propuesta, o similar, que me hubiera gustado escuchar ayer en el evento para "Salvar la Ciencia". Hasta que no nos impliquemos realmente, no tengo esperanza de que cambie nada.