jueves, mayo 22, 2008

A ésto lo llamo yo poner los puntos sobre las íes.

Me tomo la libertad de duplicar esta entrada de Versvs porque las cosas buenas merecen difundirse.

Democracia, libre mercado y las oportunidades perdidas de la falsa globalización | Versvs' Blog
Democracia, libre mercado y las oportunidades perdidas de la falsa globalización

Jue, 2008-05-22 09:09 — versvs

El concepto de globalización ha sido tan mal utilizado que ya nadie se lo toma en serio. El problema es que la mercadotecnia de los cerebros neoliberales ha funcionado a la maravilla y asimilamos la globalización, un proceso que no ha tenido lugar y potencialmente beneficioso, a la globalización neoliberal, esta falsa globalización que nos han construido a base de membranas semipermeables -llamadas fronteras- a través de las cuales el dinero y los productos pueden circular por todo el mundo pero no sucede así con las personas.

El principal objetivo de este entramado semipermeable es generar escasez. Ese sistema garantiza que se podrán producir productos allí donde hay un exceso de mano de obra (lo que permite bajar los sueldos) y vender allí donde haya escasez de producto (lo que permite subir los precios). Es así con productos tan variopintos como el arroz, la ropa o el iPhone. El férreo control fronterizo es el baluarte que mantiene el pie el sistema de explotación que maximiza los beneficios para una mínima élite de beneficiarios. Al fin y al cabo, en Yakarta hay niños pequeños capaces de fabricar ordenadores, aunque nunca podrán usarlos. Todo una muestra de lo que este sistema es capaz de conseguir.

La excusa para la implantación de este sistema tan altamente injusto es que el libre mercado no sólo traería riqueza sino que la apertura de las economías haría que los regímenes autoritarios de diversas partes del mundo se vieran obligados a abrirse a la democracia. El ejemplo típico es que el libre mercado tumbaría al comunismo en países como China y ayudaría a implantar la democracia. Lo primero se mostró cierto: China ya es una economía capitalista; lo segundo era un argumento falaz y, consecuentemente, no se cumplió nunca. El principal problema es que con el fin de estas políticas de libre mercado no era implantar democracias, sino liberalizar mercados. Por tanto, una vez la oligarquía de la China dictatorial permitió hacer negocios, ningún gobierno occidental exigió reformas democráticas. Ni ninguna empresa.

Por contra, no es sólo que la promesa del libre mercado como portador de nuevas democracias se demostrara falaz, es que lo contrario parece una tendencia al alza: las democracias se debilitan para proteger el libre mercado. Para proteger ese sistema injusto se endurecen los controles fronterizos, para cazar y expulsar inmigrantes se endurecen las leyes contra los inmigrantes sin papeles. El fin del anonimato en la telefonía móvil impuesto por la retención de datos avanza en ese sentido. La nueva directiva de la vergüenza también. La privatización de las empresas estratégicas (energéticas y transportes) suponen el paso desde el control público al de una pequeña oligarquía de una buena parte de la infraestructura social y sitúa al ciudadano un eslabón más lejos de aquellos sobre los que tiene que ejercer el poder, un eslabón insalvable que lo aleja definitivamente del mismo.

Podría pensarse que el fracaso de la globalización neoliberal por implantar o fortalecer la democracia en las potencias emergentes como China o India no tiene a medio plazo ninguna consecuencia para occidente. Pero sí la tiene. La mayoría de expertos coincide en que esas potencias podrían estar dominando el mundo en apentas treinta o cuarenta años. Treinta años en los que con la excusa de la seguridad y la lucha contra un enemigo disperso al que nadie puede ver los derechos y libertades en occidente corren el riesgo de ser muy debilitados (si no eliminados). En ese contexto, la salvación podría venir de fuera: de unas potencias gobernadas democráticas por personas que sientan que, en algún momento, adquirieron una deuda con todos esos ciudadanos europeos y norteamericanos.

Pero para que esa hipotética ayuda pudiera llegar es necesario crear esos vínculos, es necesario crear esa deuda que sólo será adquirida si occidente lucha por implantar y efectivamente implanta democracias en esas regiones del mundo sobre las que aún tiene influencia. Si el capitalismo autoritario que ha llevado a cabo esta falsa globalización logra mantenerse y consigue implantar la sociedad de control en Europa, la ayuda política sólo podrá venir desde un régimen externo educado en una auténtica cultura democrática.

Desoyendo sus obligaciones para con los ciudadanos oprimidos en regímenes dictatoriales, Europa no sólo está negando la ayuda a aquellos que la necesitan sino que está borrando toda opción de esa ayuda que bien podría necesitar en las décadas por venir. Para dejar de perder el tiempo y recuperar las ocasiones perdidas Europa debe dejar de endurecer las leyes antiinmigración y presionar con sanciones a las dictaduras con las que mantiene relaciones comerciales. No sólo por solidaridad, sino por pura previsión. Si alguna vez llegamos a necesitarlo, será genial contar con la presión de ciudadanos de otras partes del mundo capaces de obligar a sus gobiernos a devolverles la moneda a un hipotético régimen autoritario europeo. Una verdadera globalización que supere la despótica red de libre comercio neoliberal para ir mucho más allá y construir un entorno mucho más libre, uno en el que las personas también puedan viajar a cualquier parte con mayor libertad y en la que los estados no tengan un poder tan desmedido sobre los ciudadanos, que recuperen ese nombre alejándose del control que quieren imponer, haría bastante en favor de este objetivo.

Los ciudadanos europeos ven como las libertades se reducen en europa (vigilancia, excesivos poderes policiales en asuntos como la «lucha antiterrorista» y la «inmigración ilegal»). El telégrafo forzó la política de bloques del s. XX y las telecomunicaciones digitales en tiempo real acabarán forzando un mundo globalizado socialmente. La naturaleza de ese mundo está por decidir y los ciudadanos europeos pierden su ocasión de influir en ese rumbo aún por tomar al no obligar a sus gobiernos a promover verdaderas democracias en países en desarrollo y potencias emergentes. El totalitarismo rampante en occidente es una muestra de esa laxitud ciudadana, sumergida en la lucha constante que esas potencias emergentes llevan a cabo para imponer a occidente su propia forma de entender la política (autoritaria). Por supuesto, aún puede ser combatido desde dentro y desde fuera de Europa. Pero los ciudadanos europeos entierran sus posibilidades al rechazar la solidaridad que podrían estar ofreciendo a otros ciudadanos oprimidos del mundo.

2 comentarios:

  1. Un artículo, muy interesante. Deja al descubierto grandes verdades sobre la globalización y el enfoque que le estamos dando desde los países más desarrollados.

    Ahora que yo creo que si se tiene que mantener un control, sobre la tasa de población de un país, principalmente para evitar que una población desmesurada, contribuya a colapsar todos los servicios de los que disfrutamos actualmente. Antes calidad de vida que crecimiento económico, por lo menos para mí.

    Yo creo que un país, socialmente hablando, necesita de unos presupuestos generales los cuales dictaran el camino a recorrer durante el siguiente año, principalmente para mantener esa sociedad de bienestar, esta claro que un aumento de población desmesurada, sin ningún tipo de control, daría al traste con todos los servicios que actualmente disfrutamos, además de terminar con conceptos como crecimiento y desarrollo sostenible.

    A mi modo de ver las cosas, esto no es la Champions League. Y si Etoo’o quiere ganar la Champios que apriete el culo, antes de cambiar de equipo.

    Por otro lado, la presión ejercida sobre la población asiática (ej. China.) Ha contribuido a generar una sociedad, que crece al 11% (su puta madre), pero que viven en casas de barro, pá muestra un temblor), no creo que una sociedad que acepta (estas programados socialmente para eso) estas condiciones de vida, sean en un futuro quien nos tienda la mano. Más bien pienso que antes la utilizaran para hundirnos más en el barro, no se puede moldear un régimen milenario, que no tiene nada que ver con la política, sino con una forma de vida.

    ResponderEliminar