Me encuentro en unos túneles subterráneos de hormigón con suficiente luz como para ver a alguien que no conozco, pero que siento como amigo, al final del pasillo donde tengo dirigida la mirada. De repente, presiento que algo no va bien e intento avisar a mi compañero que salga de allí. No sé si logro gritar antes de que una figura semihumana, todo boca y dientes salga de unas rejas y del primer mordisco elimine a mi fugaz compañía. Una vez más, las mismas sensaciones me recorren el cuerpo. No tengo palabras para describirlas, no es pánico, no es miedo, pero sé lo que tengo que hacer: una vez más me toca correr. Túneles y más túneles en los que pierdo de vista a la fatalidad pero que no por ello deja de perseguirme. Consigo salir a la superficie por una trampilla que da a la parte alta de una suave y verde colina. Es casi de noche y desde allí puedo ver las luces de un antiguo parque de atracciones, de esos con carromatos, carpas y gitanas que leen el futuro. ¿Será todo ésto parte de una atracción? Desciendo hacia las luces, parcialemente aliviado pero sé que aquella cosa me sigue persiguiendo. Cruzo las caravanas sin detenerme y, acelerando el paso, tomo un camino para alejarme de allí. Por más que avanzo, por más tierra de por medio que pongo entre esa criatura y yo, no consigo eliminar la certidumbre de que me dará caza, de que de nada sirve cualquier cosa que haga, ... ¡Ríndete! ¡No puedes huir de la muerte!. La historia del mercader de Damasco me viene a la cabeza.
Despierto sin molestias; el dolor de cabeza se ha ido; hace más calor del normal, seguramente porque esta mañana subimos la calefacción. ¿Qué hora es?. Parece que he dormino una eternidad y a penas ha pasado una hora desde que me acosté agotado. ¿Qué querrá decir ese sueño? ¿Un presagio? ¿Será esta noche cuando reciba su visita? ¿Me rondará a mi o vendrá a por mi hija? ¡Todo ésto no son más que tonterías!
Pero ya no tengo sueño y me levanto como otras tantas noches a distraerme, a ocupar el tiempo hasta que mi espíritu se calme.
Despierto sin molestias; el dolor de cabeza se ha ido; hace más calor del normal, seguramente porque esta mañana subimos la calefacción. ¿Qué hora es?. Parece que he dormino una eternidad y a penas ha pasado una hora desde que me acosté agotado. ¿Qué querrá decir ese sueño? ¿Un presagio? ¿Será esta noche cuando reciba su visita? ¿Me rondará a mi o vendrá a por mi hija? ¡Todo ésto no son más que tonterías!
Pero ya no tengo sueño y me levanto como otras tantas noches a distraerme, a ocupar el tiempo hasta que mi espíritu se calme.
Dichoso tu que sueñas amigo, aunque vaya putada si son capaces de no dejarte descansar.
ResponderEliminarCreo que va siendo hora de invocar los poderes divinos… recuperar la consciencia en el sueño, o conscientemente cuando recuerdes el sueño darte la vuelta y notar como entran en ti “la furia” para que tu amigo boca y dientes, se convierta en carne a la que dar leña.
Superpoderes, poder volar, que de un puño lo desintegres, aunque luche por ganarte, recuerda que eres tu quien le das vida….
Dedícate ahora 5 minutitos a elaborar tu guión, esa gitana ese parque de atracciones seguro que esconden mas de un amuleto, con que derrotar tus miedos.
A buscar….
¿Cenaste mucho esa noche tio chuso? no es por abaratar la Metáfora, Dios me libre! porque el texto es magnífico, de hecho creo que deberías planteare hacer una novela porque a mí me ha enganchado. Ahora bien, te lo pregunto porque las pesadillas a veces tienen esa causa y no otra.
ResponderEliminarEn cualquier caso, espero que estés mejor amigo mío.
En serio, plantéate escribir.
Estas jugando demasiados juegos de ordenador...
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