viernes, enero 30, 2009

Julián

Julián, 40 años. Después de cambiar infinidad de veces de empleo (becas, prácticas, temporalidades, contratos a fin de obra...), lleva trabajando 6 años para la misma empresa. Al principio le costó callarse más de una vez pero luego aprendió a ser mezquino, mentir y lamer culos. La empresa se dedica a estafar al resto de la sociedad pero a él éso ya no le importa. Su mujer, Marisa, no anda mucho mejor. Tienen dos hijas a las que mantener y siguen pagando la hipoteca como pueden. Julián a veces se pregunta cómo fueron sus padres capaces de criarle a él y a sus 2 hermanos con sólo un salario. Entonces había colegios públicos decentes, sanidad aceptable para todos y su madre les cuidaba en casa. Ahora  lleva a sus hijas a un colegio privado y tiene inscritas a las dos en su seguro médico particular. Siempre va corriendo a todos los sitios y no está muy contento con el tiempo que le queda para dedicar a sus muchachas. Lo peor de todo es que, después de convertirse en una limaña para sobrevivir, no tiene la autoridad moral (ni la convicción de que sea lo más acertado) para mirarles a los ojos y enseñarles los valores fundamentales. Cada día, Julián se mira al espejo, cada vez más cansado, más ojeroso, buscand fuerzas para seguir con una vida a la que nunca le encontró sentido. Alguna vez apreta los dientes y masculla: "¡Cabrones! ¡Quiero que me devolváis mi alma!". Pero ya es demasiado tarde y el alma siempre se pierde cuando juegas sin saber las reglas.

2 comentarios:

  1. Vaya, que próxima y poco extraña es esta historia del amigo Julián. Dejamos que la corriente arrastre nuestros sueños….

    Tós al pueblo a plantar nabos… me cago en la puta.!!!!

    Ya tienes lo más difícil, pinta bien este prologo…

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