Ayer, en mi breve visita al hospital de la Zarzuela, saqué alguna conclusión:
- no es lo mismo vivir en Aravaca que en Alcorcón,
- no es lo mismo tener un tanque que viajar en Metro,
- no es lo mismo ir al colegio Bernadette que al Daniel Martín,
- no es lo mismo tener las pruebas de corazón en unas horas que en varios meses,
- no es lo mismo que tu vecino de abajo se vaya a esquiar a Aspen todos los años que que sea el que pase en el barrio,
- no es lo mismo pedir 320.000 € por un piso de una habitación que 220.000 € por 80 metros cuadrados,
- no es lo mismo cobrar a 6o € la sonrisa que a 6 € la hora de trabajo y
- no es lo mismo que tu madre se parezca tu hermana y no a tu abuela.
Me alegro de que hayas llegado a esa conclusión, es duro asumirlo y duele, y a veces uno se pregunta si será bueno salir de la ignorancia, o seguir siendo feliz nadando en ella (que no en la abundancia, que de eso va el tema). Aún así, me quedo con el punto intermedio en el que estamos no vaya a ser que acabemos en el otro extremo (gracias a "lo que sea", puedo darle de comer a mi hijo) por desear el elevado... ¿existe el castigo "divino" por querer que me toque el euromillón?. Besos.
ResponderEliminarTampoco es lo mismo Alcorcón que “Chueca”.... jejejejeje
ResponderEliminarBusquemos el lado positivo.... Malos tiempos para la liricaaaa.